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Salvando sueños...

LA DIOSA

LA DIOSA

La vida te va dando tantas sorpresas, que hay que tener el corazón listo para lo mejor y lo peor. Estaba yo tranquila, acurrucada en mi interior,  rumiando ausencias y metas dormidas. Al mismo tiempo, iba creciendo todo mi cuerpo; pero, en slow motion y mis músculos se estiraban con dolor, mucho dolor.

La noche en que las cosas empezaron a cambiar, vi una estrella fugaz caer; o mejor subir hacia el infinito lleno de interrogantes. Pedí un deseo: cambiar mi forma mortal por la de un cisne. Esa misma noche empezaron a gestarse las mutaciones.  Se me acercó un león, en medio de la oscuridad y no tuve miedo. Sentí su respiración sobre mi cuello. Se reflejó mi delicada blancura en sus ojos amarillos.  Ambos teníamos mirada de soledad, como los charcos mudos después de la lluvia. Hicimos un duelo a muerte, intenso, vigilantes y con la mudez de los corazones rotos. Pasaron las horas, la noche se desnudó en alba y ninguno ganó, ninguno perdió.

El león y el cisne vieron la luz del sol agotados, sus cuerpos yacían sobre maderas crujientes. En el aire, un espeso  aliento, el olor de animales que se descubren mutuamente y en su diferencia, con turbación de instintos se disfrutan.          

Luego de mi encuentro con aquel fiero animal, sentí en mis espaldas crecer unas alas enormes. Se había consumado el cambio. Se reafirmó mi esencia de ave, frágil, bella, fuerte. No supe qué hacer con mis nuevas alas.

De nuevo el tiempo, ganó terreno, y volé en sus aires. A mí alrededor todo iba vistiéndose de sentido, de música, de risa y alegría. Disfrutaba del disparate de la entrega, de los deberes robados a la selva, de teñir mis plumas en sangre, de sobrevolar sus pasos sobre la arena.

La paradoja, casi se hace realidad: desde lo alto de una colina, el león y el cisne, contemplando el ocaso y sus miles de colores.

Pasó el tiempo, los días, los años, y pasaron las escapadas a sitios oníricos, jardines de flores a 4 ojos, regalos perdidos en rincones de dominios ignotos, pies en puntas, garras acariciantes,  su rabo con mi pico, vino negro y clases de baile-vuelo.

Pasaron los otros. Pasaron los duendes y consagraron la mutación definitiva a través de la música, la danza... Con apenas una guitarra, y un estribillo, mi alma se oscureció y ganó sutileza. Me  volví pantera y luego, ya para siempre, por la fuerza del amor de los duendes, en Diosa.

Ahora, desde mi Olimpo Terrenal, llevo sobre el cuerpo sentado el tiempo, corredor incansable al que le he prestado mis pies. Sé que con los duendes, con el León, con la arena, con las palabras, regresará otra vez la paz y la armonía. Ahora que soy Diosa todo será diferente, ahora que soy Diosa, soy Diosa, soy Diosa, soy soy…  

 

(Dedicado a Lluis, porque me ha hecho creer en los milagros)

 

     

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