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Salvando sueños...

... Y EL SEXO

Colores puros en el sexo

Colores puros en el sexo

 

 Sofía andaba buscando colores para casarlos con sus emociones.  Revisó la información que en Internet encontró al respecto, y quedo insatisfecha. Cada color tenía una influencia en su estado de ánimo, y cada color la llevaba o debía llevarla de la euforia energetizante a la apatía total ante los latidos del mundo. Sofía decidió crearse sus propios matices, colores, guías visuales para entender qué le pasaba cuando estaba junto a Mario, en su misma cama.

Por ejemplo, si Mario le acariciaba el cabello, Sofía sentía un verde aguacate haciéndose puré entre los labios pulposos de sus genitales. Si Mario le decía: " Qué bella eres, eres besable", pues todo su estómago daba un vuelvo color mamey, casi a punto de licuado. Si él la miraba, directo a los ojos, con fijeza de quién navega en el olor del otro, Sofía explotaba en esmeralda justo en las muñecas, ese punto donde las manos se unen con los brazos en tictac de vida.

El mejor momento, era cuando desnudos, cuerpo contra cuerpo, los poros respiraban uno a través del otro, como en un boca a boca interminable y profundo. En esos momentos, pues todo su ser descendía por un pozo negro con paredes sedosas. Chisporreteaban pequeños fueguitos en sus pupilas, y sus pies se humedecían -con pureza de manatial- placenteros, gozando la lluvia que venía deslizandose desde las nubes de su mente, mientras los dedos rozaban casi con descuido con las paredes del pozo.     

Sofía y Mario construían encuentros de colores, encuentros con fin, con pausas, encuentros puros, colores puros.  Sofía ahora ya tiene su propia paleta, en sus manos un lienzo virgen para empezar a pintar desde el placer y sin pánico.   

La llamada

La llamada

 

  Sonaban y sonaban esas palabras. Estábamos tan cerca. Su respiración me acariciaba el rostro. Me envolvía su olor, y podía hacer una disección de cada poro de su cara, sus granitos, su vello. Tan cerca. Me acarició la cara suavemente. Yo tambien recorrí su cabeza con la punta de mis dedos, casi sin querer. Envuelta en la sensibilidad del deseo. De las caricias tímidas no pasamos.

  Cuanta tensión en ese minuto inmenso, colosal, que no se rompe, y que pide a gritos esas palabras: ¡Hazme el amor!  ¡Hazme el amor! Esas palabras eran una llamada. Una llave abrió mi puerta del deseo y mis ojos se cerrarron para sentir mejor sus caricias en mi frente, en mi nariz, sus dedos sueves, su mano hecha.

  El grito. De nuevo el grito, esas palabras que pusieron de pie todo mi cuerpo. De pie mis pelos de la nuca, de pie la piel de la punta mis dedos, de pie mis pezones. Todo mi cuerpo ansioso, alerta, espectante, todo mi ser meciéndose en el vaivén de la llamada. Pero nada pasa. El tiempo se hace largo y los cuerpos necesitan. Estamos tan cerca, siento el olor dulzón de sus axilas, su aliento cargado de hormonas y hartazgos de confites de sexo.

Vibro, vibro, y ya se me hacen irresistibles esas palabras, más cerca, mas cerca ¿nos rozamos? ¿nos besamos? No. Nada pasa. Pero ¿por qué?  Yo escuché la llamada: Hazme el amor!!!! Nos miramos directamente a los ojos, y el deseo no se derrama igual. La llamada es mía, está en mi cabeza. Él tranquilo, no me sostiene. Me provoca. Sabe que estoy rendida. Pero nada pasa. Y yo no consigo apagar la llamada.             

Sobrevivir a una tormenta desnuda...

Sobrevivir a una tormenta desnuda...

 

     

Todo comienza dar vueltas de pronto comienza a interrumpir la oscuridad haces de luces de colores te obligan a parpadear sin cesar, y tus pies sienten por vez primera el vacío; sin embargo, no temes caer te mantienes flotando, en una nube líquida, en una velo de hormonas, sobre una alfombra de caricias. Y ya sin miedo te atreves a saltar primero caes lentamente no sabes a donde y luego aumenta la velocidad... se desata la locura la corriente la tormenta... estas sola, totalmente sola y tu cuerpo esta a la merced de miles de vientos que te traen olores prohibidos siempre anhelados, pieles que rasgan, ojos millares que te atrapan en su pupila ves en azul te metes en el azul... Y cierras los ojos de espanto porque ya nada te detiene, estas fuera lejos lejos allá lejos libre lejos desnuda viajando a la velocidad de la luz hacia en el centro de ti misma. Es la tormenta: ES EL ORGASMO.   

MILES DE ROSAS ABIERTAS

MILES DE ROSAS ABIERTAS

 

  

   Se hacia muchas preguntas, pero un silencio absoluto era la respuesta. Entonces para dejar de torturarse, se abandono al placer, se dejó guiar, se dejó explorar y conoció el llanto, y los temblores de gel en la carne, y los gemidos húmedos, y las guitarras desnudas. Y se le rebeló también una verdad: reconcíliate con tu olor, es una opción para que te perciban los demás.