La mística de la danza y la Luna

Se cierra un círculo, entras a él y danzas. Danzas para sentir te ivo, para poner en otro sitio tu mente y tu cuerpo, para tarscender más allá de la materia, la carne viva y organizada  que te ha sido dada.

 

En compañía, invocas los poderes de las Diosas, a los cuatro vientos las nombras, las respiras, las tocas y pides para tí y todas las mujeres-hermanas del mundo, semillas.. Semillas de salud, de fe, fuerza, espejos para vernos, úteros fecundos, alegría, semillas de perseverancia, para que la vida siga su ritmo y no se canse, no se rinda ante tantas decepciones humanas.

 

Antes de sembrar las semillas, derribamos los obstáculos, los enunciamos, los diluimos en la fueza de la luna ue comineza una neuva fase, bajo los ojos negrísimos de Monserrat –con el niño en el regazo- el niño futuro que está por venir.

 

Velos de colores, todos amarillos, como Oshún, como los rayos de Apolo, como el cabello de la lluvia antes del arcoiris, amarillo, como la madreselva, como el girasol, flores que han robado luz para ti, para que seas eterna, y mujer.